El hormigón (también denominado concreto en algunos países de iberoamérica) es un material profusamente utilizado en la construcción, que resulta de la mezcla de uno o más conglomerantes hidráulicos con áridos, agua y eventualmente aditivos y adiciones.
Los aditivos se utilizan para modificar las características básicas del hormigón, y existe una gran variedad de ellos: colorantes, aceleradores, retardadores de fraguado, fluidificantes, impermeabilizantes, etc.
Cuando se habla de hormigón, y si no se especifica otra cosa, el conglomerante al que se hace referencia es el cemento. Por eso, coloquialmente se suele confundir el hormigón con el cemento: "la estructura de ese edificio es de cemento...", "han colocado un pavimento de cemento en el patio..." Pero esto es un error: recuerda que el cemento es un ingrediente, y que el hormigón es el producto resultante.
A diferencia de los morteros, que sólo contienen áridos finos (arenas), en las mezclas de los hormigones también intervienen áridos gruesos (gravas y gravillas).
Al mezclar el cemento con el agua y con el árido fino se forma una pasta que envuelve a los granos de piedra más gruesos (grava). Cuando el cemento se hidrata al contacto con el agua, se inician complejas reacciones químicas que derivan en el fraguado y endurecimiento de la mezcla, obteniéndose al final del proceso un material monolítico de consistencia pétrea.
La siguiente presentación, realizada por Corporación Noroeste (Grupo CIMPOR) en http://www.corpnor.es/, muestra el proceso de fabricación del hormigón:
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